Modificaciones y mejoras funcionales que se producen como consecuencia de los trabajos de RESISTENCIA.
El ejercicio físico además de ser utilizado como medicina preventiva, sirve fundamentalmente para acrecentar la forma física del individuo y lograr que alcance niveles altos de rendimiento.
Por todo ello, con este ejercicio físico y más concretamente en este caso con trabajos específicos de resistencia, el individuo logra, a nivel orgánico, una serie de modificaciones y mejoras funcionales.
La carencia de depósitos de O2 para hacer frente a la demanda en un momento determinado, hace que toda la sangre disponible en el organismo afluya a las zonas necesitadas, para que estas puedan cumplir su función.
Ante esto, el corazón se ve obligado a bombear más sangre, lo que consigue mediante dos circunstancias que se producen durante el esfuerzo:
- Por aumento del retorno venoso debido al efecto bomba que tienen las grandes masas musculares que entran en actividad. Esto condiciona un mayor llenado del corazón, que a su vez, origina un aumento de sus cavidades y de la fuerza contráctil de sus paredes, con lo que se consigue incrementar el volumen sistólico por un vaciado más completo en cada contracción (sístole).
- Aumento de la frecuencia cardiaca por la estimulación nerviosa que supone el ejercicio.
Esto implica que ante una misma intensidad de esfuerzo, el individuo entrenado manda la misma sangre en menos pulsaciones.
Una vez finalizado el esfuerzo y debido a esta característica del corazón se restablecen mucho antes los niveles de recuperación, siendo esta la prueba más evidente de la gran capacidad cardiaca realizada a través de esfuerzos aeróbicos.
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